En una nueva audiencia por el Circuito Camps, tres testigos recordaron sus cautiverios y mencionaron cerca de medio centenar de personas con las que compartieron su encierro. También declararon tres familiares de desaparecidos.
“A la familia Santucho no la conocía, pero recuerdo que en la pared de mi calabozo de la comisaría Quinta había escrito: ‘Aquí hay que aguantar lo inaguantable’, y abajo decía: Mónica Santucho". Graciela Liliana Marcioni, sobreviviente del centro clandestino de detención que funcionó en esa seccional de la Policía Bonaerense de La Plata, llevó a la audiencia el recuerdo de la chica de 14 años secuestrada, torturada y desaparecida durante la dictadura cuya hermana declaró ayer en el juicio. La mujer fue la última de los seis testigos que declararon en una nueva audiencia del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el Circuito Camps, quienes recordaron el horror de ese y los centros de Arana y Brigada de Investigaciones. Un ex detenido desaparecido señaló a un imputado y recordó cerca de cincuenta víctimas con las que compartió cautiverio.
Marcioni recordó en la audiencia el mensaje que la chica de 14 años secuestrada en 138, entre 37 y 38, había dejado grabado en la pared de la comisaría Quinta, donde permaneció cautiva luego de ser secuestrada el 3 de diciembre de 1976 en un operativo de fuerzas conjuntas en el que sus padres fueron asesinados al resistirse a ser detenidos.
La mujer relató que fue detenida en enero de 1977 por una patota que, en realidad, estaba buscando a otra persona, y que permaneció secuestrada ocho días: un día en la Brigada de Investigaciones de La Plata, ubicada en 55 entre 13 y 14, cuatro días en el destacamento de Arana y otros tres días en la Comisaría Quinta, ubicada en diagonal 74 entre 23 y 24.
En ese último centro de detención dijo haber visto a Silvia Muñoz, quien estaba embarazada al ser secuestrada y cuya madre, la Abuela de Plaza de Mayo Carmen Ledda Barreiro de Muñoz, declaró ayer en el juicio.
También recordó haber visto en esa comisaría a Beatriz Inés Ortega, la madre de Leonardo Fossati Ortega, un joven apropiado que recuperó su identidad en 2005. La mujer, dijo, estaba detenida sola en una celda “y con un estado de embarazo muy avanzado”.
Leonardo Fossati nació en la mesa de la cocina de esa seccional, fue apropiado y sus padres, Rubén y Beatriz, permanecen desaparecidos.
Otro testigo de la audiencia de hoy, Martín Elvio Trincheri, recordó a los papás de Leonardo de quienes era íntimo amigo.
El Tío. “Acordate de mi que yo soy bueno”. Esas fueron las palabras que uno de sus captores le dijo al ex detenido Hugo Marini, a quien le quitó la venda y lo obligó a mirarlo a la cara cuando estaba detenido–desaparecido en la comisaría Quinta. Esas pocas palabras todavía resuenan en la memoria de la víctima que en la audiencia indicó quién se las había proferido: el ex policía Luis Patrault, a quien apodaban “el Tío” y es uno de los 21 efectivos de la bonaerense imputados, junto a tres militares y un civil, en el juicio.
Marini era un estudiante de Chacabuco que fue secuestrado en enero de 1977 y llevado a la brigada de Investigaciones de San Nicolás. Tras permanecer allí un tiempo fue trasladado al destacamento de Arana y luego a la Quinta.
En su declaración Marini recordó y mencionó a unas 50 personas con las que compartió cautiverio, entre ellas a las mujeres embarazadas Estela de La Cuadra, Beatriz Inés Ortega, Diana Beatriz Wlichky de Martínez y Adriana Calvo. Las tres primeras continúan desaparecidas y sólo fue recuperado el hijo de Ortega. Calvo fue la única liberada con su hija.
Pero además de esas mujeres, Marini dijo que en esa comisaría había “por lo menos otras dos mujeres embarazadas”. También recordó que escuchó el día que fueron llevados a la seccional los niños apropiados y recuperados en democracia Sabino Abdala y María Eugenia Gatica Caracoche.
El hombre contó sobre las condiciones de hacinamiento, la escasa alimentación y la picana. Sin embargo dijo que no lo habían torturado. La afirmación llamó la atención de los querellantes que preguntaron porqué decía eso.
Entonces recordó que había dos patotas en la comisaría Quinta: una que se ocupaba de ellos y otra que se encargaba de los detenidos del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML). Y resaltó que comparado con lo que habían padecido Elena de la Cuadra y Jorge Bonaffini, ambos de ese partido, lo suyo no había sido nada.
Otros testigos. En la misma audiencia también declaró María Olga Bustamante, quien recordó que esposo y su cuñado –ambos ex policías y militantes peronistas-, fueron secuestrados de su casa de Gonnet en enero de 1977 y fueron vistos por ex detenidos desaparecidos en la comisaría Quinta.
Además, compareció la testigo Teresita Lucía Cassino, una mujer de Chacabuco que recordó que su hermano, que era presidente del Centro de Estudiantes Universitarios de esa localidad (CEUCH) y su cuñada fueron secuestrados el 3 de enero de 1977 en su casa de Tolosa cuando regresaron de su luna de miel y aún permanecen desaparecidos.
También declaro Daniel Zerillo, secuestrado en diciembre de 1976 y sobreviviente del destacamento de Arana.
“A la familia Santucho no la conocía, pero recuerdo que en la pared de mi calabozo de la comisaría Quinta había escrito: ‘Aquí hay que aguantar lo inaguantable’, y abajo decía: Mónica Santucho". Graciela Liliana Marcioni, sobreviviente del centro clandestino de detención que funcionó en esa seccional de la Policía Bonaerense de La Plata, llevó a la audiencia el recuerdo de la chica de 14 años secuestrada, torturada y desaparecida durante la dictadura cuya hermana declaró ayer en el juicio. La mujer fue la última de los seis testigos que declararon en una nueva audiencia del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el Circuito Camps, quienes recordaron el horror de ese y los centros de Arana y Brigada de Investigaciones. Un ex detenido desaparecido señaló a un imputado y recordó cerca de cincuenta víctimas con las que compartió cautiverio.
Marcioni recordó en la audiencia el mensaje que la chica de 14 años secuestrada en 138, entre 37 y 38, había dejado grabado en la pared de la comisaría Quinta, donde permaneció cautiva luego de ser secuestrada el 3 de diciembre de 1976 en un operativo de fuerzas conjuntas en el que sus padres fueron asesinados al resistirse a ser detenidos.
La mujer relató que fue detenida en enero de 1977 por una patota que, en realidad, estaba buscando a otra persona, y que permaneció secuestrada ocho días: un día en la Brigada de Investigaciones de La Plata, ubicada en 55 entre 13 y 14, cuatro días en el destacamento de Arana y otros tres días en la Comisaría Quinta, ubicada en diagonal 74 entre 23 y 24.
En ese último centro de detención dijo haber visto a Silvia Muñoz, quien estaba embarazada al ser secuestrada y cuya madre, la Abuela de Plaza de Mayo Carmen Ledda Barreiro de Muñoz, declaró ayer en el juicio.
También recordó haber visto en esa comisaría a Beatriz Inés Ortega, la madre de Leonardo Fossati Ortega, un joven apropiado que recuperó su identidad en 2005. La mujer, dijo, estaba detenida sola en una celda “y con un estado de embarazo muy avanzado”.
Leonardo Fossati nació en la mesa de la cocina de esa seccional, fue apropiado y sus padres, Rubén y Beatriz, permanecen desaparecidos.
Otro testigo de la audiencia de hoy, Martín Elvio Trincheri, recordó a los papás de Leonardo de quienes era íntimo amigo.
El Tío. “Acordate de mi que yo soy bueno”. Esas fueron las palabras que uno de sus captores le dijo al ex detenido Hugo Marini, a quien le quitó la venda y lo obligó a mirarlo a la cara cuando estaba detenido–desaparecido en la comisaría Quinta. Esas pocas palabras todavía resuenan en la memoria de la víctima que en la audiencia indicó quién se las había proferido: el ex policía Luis Patrault, a quien apodaban “el Tío” y es uno de los 21 efectivos de la bonaerense imputados, junto a tres militares y un civil, en el juicio.
Marini era un estudiante de Chacabuco que fue secuestrado en enero de 1977 y llevado a la brigada de Investigaciones de San Nicolás. Tras permanecer allí un tiempo fue trasladado al destacamento de Arana y luego a la Quinta.
En su declaración Marini recordó y mencionó a unas 50 personas con las que compartió cautiverio, entre ellas a las mujeres embarazadas Estela de La Cuadra, Beatriz Inés Ortega, Diana Beatriz Wlichky de Martínez y Adriana Calvo. Las tres primeras continúan desaparecidas y sólo fue recuperado el hijo de Ortega. Calvo fue la única liberada con su hija.
Pero además de esas mujeres, Marini dijo que en esa comisaría había “por lo menos otras dos mujeres embarazadas”. También recordó que escuchó el día que fueron llevados a la seccional los niños apropiados y recuperados en democracia Sabino Abdala y María Eugenia Gatica Caracoche.
El hombre contó sobre las condiciones de hacinamiento, la escasa alimentación y la picana. Sin embargo dijo que no lo habían torturado. La afirmación llamó la atención de los querellantes que preguntaron porqué decía eso.
Entonces recordó que había dos patotas en la comisaría Quinta: una que se ocupaba de ellos y otra que se encargaba de los detenidos del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML). Y resaltó que comparado con lo que habían padecido Elena de la Cuadra y Jorge Bonaffini, ambos de ese partido, lo suyo no había sido nada.
Otros testigos. En la misma audiencia también declaró María Olga Bustamante, quien recordó que esposo y su cuñado –ambos ex policías y militantes peronistas-, fueron secuestrados de su casa de Gonnet en enero de 1977 y fueron vistos por ex detenidos desaparecidos en la comisaría Quinta.
Además, compareció la testigo Teresita Lucía Cassino, una mujer de Chacabuco que recordó que su hermano, que era presidente del Centro de Estudiantes Universitarios de esa localidad (CEUCH) y su cuñada fueron secuestrados el 3 de enero de 1977 en su casa de Tolosa cuando regresaron de su luna de miel y aún permanecen desaparecidos.
También declaro Daniel Zerillo, secuestrado en diciembre de 1976 y sobreviviente del destacamento de Arana.
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com
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