“Será un punto de partida”
El nieto recuperado declaró en el juicio que terminará hoy y que involucra el caso de sus padres y el de él mismo. Pide que la comisaría donde nació se preserve como sitio de memoria: “Que la Justicia se expida va a servir para profundizar las investigaciones.”
Por Alejandra Dandan
Leonardo Fossati reconstruyó la historia de su nacimiento en el juicio por el Plan Sistemático de robo de bebés y luego en el juicio por el Circuito Camps, que se llevó a cabo en La Plata hasta hoy, el día en el que el Tribunal Oral Federal 1 pronunciará la sentencia. Mientras Leonardo espera, evoca algunas imágenes del juicio, como el momento en el que se sentó a declarar de espaldas a los represores. O, antes, cuando recorrió el interior de la comisaría 5ª, el centro clandestino donde nació y que él no puede entender cómo sigue funcionando como comisaría. De ese lugar describe las formas y mentalmente recorre las celdas en las que estuvieron detenidos-desaparecidos quienes estuvieron secuestrados con sus padres. Cuando habla de ellos, Leonardo les dice “compañeros”: “Me sale naturalmente –cuenta–, porque a medida que fui conociendo a los compañeros de mis viejos se generó eso de estar como en un mismo lugar. Más allá de los tiempos diferentes. O que a uno le tocó vivir el mismo tiempo, pero en diferentes etapas de la vida: a mí me tocaba nacer y a mis viejos morir. Y a muchos compañeros de ellos, lo mismo. Pero yo me siento ‘compañero’ de esta lucha, por eso los nombro así: porque me sale así, desde el más profundo sentimiento”.
–¿Qué significó el juicio?
–Estoy esperando la sentencia desde hace mucho tiempo. Ansioso, nervioso, con muchas ganas, esperando una buena sentencia para que al minuto después sea un alivio. Yo estuve como querellante en Plan Sistemático, pero mi sensación es que este juicio me toca más de cerca porque se está juzgando a los responsables directos del ex centro clandestino donde yo nací y donde estuvieron desaparecidos mis viejos (Beatriz Inés Ortega y Rubén Leonardo Fossati). Obviamente tengo conciencia de la importancia que tienen este tipo de juicios y las condenas, pero dar testimonio adelante de todos los acusados...
–Ellos estaban atrás tuyo.
–Estar cara a cara con ellos es una experiencia que, más allá de que sea muy tensa, muy fuerte, en lo que a mí respecta, es necesaria porque es una especie de reparación. Que se esté haciendo justicia; conocer cada caso; la responsabilidad de cada acusado; los sobrevivientes que pasaron; las querellas y ser parte de una de ellas. La verdad es que es de las pocas cosas que uno cree que puede hacer para sentir algún tipo de reparación, por decirlo de alguna forma. Desde lo personal me toca muy de cerca, ni más ni menos porque el último lugar donde vieron vivos a mis viejos fue en la comisaría quinta. Yo los sigo buscando y junto con el Equipo Argentino de Antropología Forense y las muestras de ADN que dejé sigo manteniendo viva la esperanza de encontrar sus restos. Yo también nací en esa comisaría.
–En tu testimonio hiciste un pedido.
–La desafectación del lugar, porque todavía sigue funcionando como comisaría.
–¿El reclamo provocó algún efecto?
–Hasta el momento no, pero estamos buscando voluntades con la Secretaría de Derechos Humanos de Provincia y de Nación y esperando que en la sentencia de mañana (por hoy) los jueces acompañen el pedido. Hoy gran parte del lugar es una comisaría común, pero específicamente donde estaban los calabozos del centro clandestino, donde estaban nuestros compañeros secuestrados, donde estaban mis viejos, donde nací yo: esos lugares siguen casi iguales porque hace unos diez años hubo un motín donde murieron jóvenes y a partir de entonces hay una cautelar. Esa medida y esa desgracia generó que con el comienzo de los juicios no empiecen a destruir pruebas. Pero no habría justicia si estos lugares siguen funcionando con otros objetivos que no sean el mantener viva la memoria.
–Adriana Calvo, que murió en 2010, fue una de las testigos más importantes en estas causas. En tu testimonio pareció haber al mismo tiempo un homenaje.
–Para mí era una manera de nombrarla en un lugar que es muy importante. Prácticamente todo lo que dije en ese testimonio me lo contó Adriana en primera persona. Más allá de algunas cosas que recabé de otros compañeros de mis viejos, Adriana me transmitió, hasta con amor, cómo fue el día de mi nacimiento, cómo fue el trabajo de parto de mi mamá, cómo fueron los días previos, las horas previas, las poquitas horas que yo estuve con mi mamá. Me transmitió cómo era mi mamá dentro de ese centro clandestino de detención. Las últimas horas de mi mamá las conozco por ella.
–Muchos nietos están contando por primera vez sus historias en un juicio. Vos habías declarado ya en la causa del Plan Sistemático, ¿fue diferente?
–Fue casi simultáneo. Para mí es todo un conjunto, este año es muy especial porque transité de manera simultánea estos dos juicios y son cuestiones que se viven una sola vez. Si yo no hubiese decidido participar, siento que no habría tenido una segunda oportunidad: esto es algo que genera muchas sensaciones encontradas, pero que eran inevitables transitar, por lo menos en mí.
–¿Cuáles son esas sensaciones encontradas?
–Me tocó una historia que quizá no es la más común en las familias de nietos que restituyeron su identidad porque mi familia de crianza no tuvo ningún tipo de responsabilidad con la desaparición de mis viejos, y de hecho desconocían mi origen. En ese sentido, ya había un tema menos, una contradicción menos, a pesar de que en otros lugares sí las he tenido. Yo todavía sigo buscando a esa partera que me entregó, mejor dicho, sé que falleció, pero sigo buscando nexos con la esperanza de que con ese dato podamos encontrar a otros. Hay muchas hipótesis y mucho por hacer todavía. Esa sentencia no marca un fin, sino más bien un punto de partida hacia otras cuestiones. Que la Justicia se expida sobre todas estas verdades va a servir para profundizar la investigación de dónde está, por ejemplo (la nieta) Ana Libertad y dónde están los restos de otras personas. Todavía no hablaron. Esta gente todavía no habló. Por eso creo que una buena sentencia sería un obstáculo más que se supera en este camino, pero no el último.
El nieto recuperado declaró en el juicio que terminará hoy y que involucra el caso de sus padres y el de él mismo. Pide que la comisaría donde nació se preserve como sitio de memoria: “Que la Justicia se expida va a servir para profundizar las investigaciones.”
Por Alejandra Dandan
Leonardo Fossati reconstruyó la historia de su nacimiento en el juicio por el Plan Sistemático de robo de bebés y luego en el juicio por el Circuito Camps, que se llevó a cabo en La Plata hasta hoy, el día en el que el Tribunal Oral Federal 1 pronunciará la sentencia. Mientras Leonardo espera, evoca algunas imágenes del juicio, como el momento en el que se sentó a declarar de espaldas a los represores. O, antes, cuando recorrió el interior de la comisaría 5ª, el centro clandestino donde nació y que él no puede entender cómo sigue funcionando como comisaría. De ese lugar describe las formas y mentalmente recorre las celdas en las que estuvieron detenidos-desaparecidos quienes estuvieron secuestrados con sus padres. Cuando habla de ellos, Leonardo les dice “compañeros”: “Me sale naturalmente –cuenta–, porque a medida que fui conociendo a los compañeros de mis viejos se generó eso de estar como en un mismo lugar. Más allá de los tiempos diferentes. O que a uno le tocó vivir el mismo tiempo, pero en diferentes etapas de la vida: a mí me tocaba nacer y a mis viejos morir. Y a muchos compañeros de ellos, lo mismo. Pero yo me siento ‘compañero’ de esta lucha, por eso los nombro así: porque me sale así, desde el más profundo sentimiento”.
–¿Qué significó el juicio?
–Estoy esperando la sentencia desde hace mucho tiempo. Ansioso, nervioso, con muchas ganas, esperando una buena sentencia para que al minuto después sea un alivio. Yo estuve como querellante en Plan Sistemático, pero mi sensación es que este juicio me toca más de cerca porque se está juzgando a los responsables directos del ex centro clandestino donde yo nací y donde estuvieron desaparecidos mis viejos (Beatriz Inés Ortega y Rubén Leonardo Fossati). Obviamente tengo conciencia de la importancia que tienen este tipo de juicios y las condenas, pero dar testimonio adelante de todos los acusados...
–Ellos estaban atrás tuyo.
–Estar cara a cara con ellos es una experiencia que, más allá de que sea muy tensa, muy fuerte, en lo que a mí respecta, es necesaria porque es una especie de reparación. Que se esté haciendo justicia; conocer cada caso; la responsabilidad de cada acusado; los sobrevivientes que pasaron; las querellas y ser parte de una de ellas. La verdad es que es de las pocas cosas que uno cree que puede hacer para sentir algún tipo de reparación, por decirlo de alguna forma. Desde lo personal me toca muy de cerca, ni más ni menos porque el último lugar donde vieron vivos a mis viejos fue en la comisaría quinta. Yo los sigo buscando y junto con el Equipo Argentino de Antropología Forense y las muestras de ADN que dejé sigo manteniendo viva la esperanza de encontrar sus restos. Yo también nací en esa comisaría.
–En tu testimonio hiciste un pedido.
–La desafectación del lugar, porque todavía sigue funcionando como comisaría.
–¿El reclamo provocó algún efecto?
–Hasta el momento no, pero estamos buscando voluntades con la Secretaría de Derechos Humanos de Provincia y de Nación y esperando que en la sentencia de mañana (por hoy) los jueces acompañen el pedido. Hoy gran parte del lugar es una comisaría común, pero específicamente donde estaban los calabozos del centro clandestino, donde estaban nuestros compañeros secuestrados, donde estaban mis viejos, donde nací yo: esos lugares siguen casi iguales porque hace unos diez años hubo un motín donde murieron jóvenes y a partir de entonces hay una cautelar. Esa medida y esa desgracia generó que con el comienzo de los juicios no empiecen a destruir pruebas. Pero no habría justicia si estos lugares siguen funcionando con otros objetivos que no sean el mantener viva la memoria.
–Adriana Calvo, que murió en 2010, fue una de las testigos más importantes en estas causas. En tu testimonio pareció haber al mismo tiempo un homenaje.
–Para mí era una manera de nombrarla en un lugar que es muy importante. Prácticamente todo lo que dije en ese testimonio me lo contó Adriana en primera persona. Más allá de algunas cosas que recabé de otros compañeros de mis viejos, Adriana me transmitió, hasta con amor, cómo fue el día de mi nacimiento, cómo fue el trabajo de parto de mi mamá, cómo fueron los días previos, las horas previas, las poquitas horas que yo estuve con mi mamá. Me transmitió cómo era mi mamá dentro de ese centro clandestino de detención. Las últimas horas de mi mamá las conozco por ella.
–Muchos nietos están contando por primera vez sus historias en un juicio. Vos habías declarado ya en la causa del Plan Sistemático, ¿fue diferente?
–Fue casi simultáneo. Para mí es todo un conjunto, este año es muy especial porque transité de manera simultánea estos dos juicios y son cuestiones que se viven una sola vez. Si yo no hubiese decidido participar, siento que no habría tenido una segunda oportunidad: esto es algo que genera muchas sensaciones encontradas, pero que eran inevitables transitar, por lo menos en mí.
–¿Cuáles son esas sensaciones encontradas?
–Me tocó una historia que quizá no es la más común en las familias de nietos que restituyeron su identidad porque mi familia de crianza no tuvo ningún tipo de responsabilidad con la desaparición de mis viejos, y de hecho desconocían mi origen. En ese sentido, ya había un tema menos, una contradicción menos, a pesar de que en otros lugares sí las he tenido. Yo todavía sigo buscando a esa partera que me entregó, mejor dicho, sé que falleció, pero sigo buscando nexos con la esperanza de que con ese dato podamos encontrar a otros. Hay muchas hipótesis y mucho por hacer todavía. Esa sentencia no marca un fin, sino más bien un punto de partida hacia otras cuestiones. Que la Justicia se expida sobre todas estas verdades va a servir para profundizar la investigación de dónde está, por ejemplo (la nieta) Ana Libertad y dónde están los restos de otras personas. Todavía no hablaron. Esta gente todavía no habló. Por eso creo que una buena sentencia sería un obstáculo más que se supera en este camino, pero no el último.
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