Acompañaron al juez Rozanski, fiscales y querellantes en la recorrida por dos de los emblemas del denominado Circuito Camps.
Juan Distéfano habla y el juez Carlos Rozanski escucha, durante la recorrida en Puesto Vasco (Foto: Ricardo Scotti)
Por Pablo Roesler
El empresario Carlos Iaccarino y el ex secretario de Gobierno de la provincia Juan Destéfano se fundieron en un abrazo. Estaban frente a la dependencia pintada de color bordó rodeada de edificios lujosos, donde durante la dictadura cívico militar funcionó el Comando de Operaciones Tácticas I (COTI) de Martínez, en el distrito de San Isidro, que fue utilizado como un centro clandestino de detención. Pocos minutos después, los testigos ingresaron para acompañar la inspección ocular dispuesta por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 de La Plata en el marco del juicio por los crímenes del Circuito Camps. Más temprano, Destéfano había recorrido el ex centro Puesto Vasco, ubicado en Don Bosco, en el partido de Quilmes, a metros de la Villa Itatí, donde actualmente funciona una Comisaría de la Mujer.
"Cuesta, muchas veces, conseguir las palabras para describir los ruidos y los olores, para contar tanto dolor", se excusó el empresario Iaccarino al finalizar la medida judicial en la dependencia ubicada en Avenida del Libertador 14.237, donde actualmente funciona la delegación de Narcotráfico de la Policía. Junto con el ex presidente del Racing Club, Destéfano, acababan de identificar el portón de acceso, que por entonces era de chapa y con el piso de canto rodado, por el que 36 años atrás los habían ingresado, encapuchados y maniatados, para someterlos a torturas inenarrables.
La recorrida fue realizada a las 12:30 por el presidente del tribunal, Carlos Rozanski, su secretario Eduardo Reszes, los fiscales Hernán Schapiro y Gerardo Fernández y abogados querellantes y defensores, como parte de la producción de pruebas del debate que juzga a 24 acusados por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 280 víctimas que se sustancia en La Plata.
Durante 20 minutos caminaron los reducidos espacios de la dependencia en la que, a pesar de haber sido reformada durante los años de democracia, los testigos pudieron recordar los pasillos, las celdas, el patio y la parrilla en la que durante sus cautiverios los represores hicieron cocinar a un detenido para alimentarlos. También recordaron el tanque de agua y los árboles de una casa vecina, que Iaccarino evocó que por entonces se decía que era la del actor Luis Sandrini. "Esto es inconfundible: la escalera al tanque de agua y el sonido de los árboles", señaló Destéfano.
"Acá estaba la celda donde estaba la yerna del ministro de Economía Ramón Miralles", dijo Iaccarino señalando un punto en la pared de un pasillo, donde debía estar un calabozo. "La vimos cuando pasamos para la celda grande, que tenía un baño interno. Ahí estábamos ocho personas."
"Este fue uno de los peores lugares de tortura. Sólo puede ser superado por (el ex centro clandestino platense de) Arana", recordó Destéfano y alguien preguntó por el imputado Norberto Cozzani y otros acusados en el juicio. "Cozzani estaba en todos los lugares, estaba en todas las torturas, era un personaje atroz", recordaron los testigos y señalaron también a "Trimarco", como le decían al jefe policial acusado Eros Tarela.
La medida judicial comenzó más temprano, a las 10:30, en la seccional de Pilcomayo Nº 59, en Quilmes, de la que sólo participó Destéfano como testigo. Durante media hora el sobreviviente recordó su paso por ese centro tras su secuestro en 1977.
"¿Los calabozos están en el mismo lugar?", preguntó Rozanski.
"Sí, estábamos en estos calabozos, y por la puerta hablábamos con Jacobo Timerman y con el ministro de Economía Ramón Miralles", dijo Destéfano, señalando la hilera de celdas.
En la puerta de la comisaría una placa colocada por el Concejo Deliberante de Quilmes en 2006 recuerda que allí funcionó "el centro clandestino de detención y tortura Puesto Vasco". Hoy sus celdas contienen detenidas mujeres y cada comunicación policial que suena desde el equipo de radio ubicado en el recibidor, alcanza cada uno de los reducidos espacios de la dependencia.
"¿La radio siempre estuvo ahí?", preguntó Destéfano, pero la mujer policía que guió el recorrido no sabía. "Pregunto, porque por la radio nos dimos cuenta que estábamos en la policía bonaerense y no en el ejército como ellos nos habían dicho", recordó.
"Era inhumano". "Para nosotros, de los 14 traslados que tuvimos mientras estuvimos secuestrados, este fue el lugar más duro. Lo que ocurría acá era inhumano. Ya cuando pasamos el portón, lo primero que nos dijeron fue: 'Señores, acá se acabaron las garantías constitucionales'",
Carlos Iaccarino recordó su secuestro y el de sus hermanos Alejandro y Rodolfo en la puerta del COTI Martínez, luego de participar de la inspección ocular dispuesta por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1, en el marco del juicio por el Circuito Camps.
Los hermanos Iaccarino fueron secuestrados en Santiago del Estero y Capital Federal el 4 de noviembre de 1976 y tras pasar por varias dependencias de la Policía Federal Argentina, el 27 de mayo de 1977, fueron trasladados a Martínez. Allí vivieron el horror, que para ellos significó, además, el robo de sus empresas y bienes.
"Acá pasamos 36 días y salimos con 26 kilos menos. Prácticamente comida no había y el trato era más que severo", recordó. Y señaló: "Ver el cambio que hicieron en las instalaciones da la pauta que quisieron maquillarlo, pero es algo que está en la memoria de todos los que pasamos por acá y eso no se te borra: pudimos reconocer todo."
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