martes, 18 de octubre de 2011

Testimonio de Leonardo Fossati, nieto recuperado

“Mi mamá estaba atada de pies y manos”

Relató que nació en la Comisaría V de La Plata y que supo los detalles por la ex detenida Adriana Calvo, que murió el año pasado. “Las personas que la tenían secuestrada insultaban y torturaban a mi mamá mientras yo nacía”, describió.

 Por Alejandra Dandan

Varias veces dijo que está bien todo lo que se hizo, pero todavía falta. Que si un día él mismo no hubiese tenido dudas sobre su identidad, a lo mejor nunca hubiese sabido que sus padres están desaparecidos. “Es importante para mí decir esto –les dijo Leonardo Fossati a los integrantes del Tribunal Oral 1 de La Plata–. Mis viejos continúan desaparecidos, a mis abuelos les robaron la vida, a mí me robaron la identidad y a mi hijo también: son cuatro generaciones que sufrieron de forma directa.”

Leonardo declaró en La Plata en el juicio por el Circuito Camps, como lo había hecho en abril en las audiencias del plan sistemático de robo de bebés. Pero ayer, cuando habló, de alguna manera, era otro. Después de la declaración de abril, el tribunal del plan sistemático le pidió que los acompañara en una inspección ocular a la Comisaría V de La Plata, el mismo lugar, la misma cocina, donde había empezado su historia. “Todavía no entiendo cómo este centro de detención donde desaparecieron mis viejos, me robaron a mí y a otra beba sigue funcionando como comisaría. A mí me tocó conocerlo en circunstancias del juicio del plan sistemático porque tuve que ver el lugar donde yo nací, donde desapareció muchísima gente. ¿Que esté a dos metros del lugar donde vecinos de La Plata vayan a hacer las denuncias y a buscar un lugar donde confiar? ¿En el mismo lugar donde secuestraron, torturaron y desaparecieron a sus propios vecinos?”

Leonardo es una de las 281 víctimas del juicio a parte de la patota de la Bonaerense. Entre ellas hubo once mujeres embarazadas, tres niños nacidos en cautiverio y cuatro secuestrados con sus padres. Leonardo es uno de ellos. Los abogados de Abuelas de Plaza de Mayo guiaron las preguntas. Intentaron situar el nacimiento en el contexto de la comisaría, que es uno de los ámbitos sobre los que se buscan pruebas en este debate. La vida de Leonardo, aquella que empezó cuando salió de ahí, con la intervención de una partera y una familia que se supone que lo crió de buena fe forman parte de otro expediente, en una causa paralela.

“Nací el 12 de marzo de 1977 en la cocina de la comisaría, donde estaba mi mamá, atada de pies y de manos –dijo él–. La habían trasladado para dar a luz, las personas que la tenían secuestrada la insultaban y la torturaban mientras yo nacía. En esas circunstancias nací y esto lo sé gracias a diferentes testimonios, como por ejemplo el de Adriana Calvo, que me lo contó de forma personal, y tuve la posibilidad de leerlo en diferentes testimonios.”

Leonardo, sus anteojos y la nuca pegada al pelotón de represores sentado a sus espaldas. Miguel Etchecolatz se paró en algún momento, ejerciendo ese poder de centro que convierte sus movimientos más leves en blanco de las cámaras.

“Adriana Calvo ayudó a mi mamá en todo el trabajo de parto. Cuando empezó con contracciones fue Adriana la que la ayudó y llamó a los guardias, por decirles de alguna manera, y fue ella la que me contó después del parto que yo estuve uno o dos días con mi mamá en esa celda hasta que una de las personas entró diciendo que el coronel me quería conocer. Me sacó de los brazos de mi mamá y nunca se supo más nada de mí.”

A sus padres, Beatriz Inés Ortega y Rubén Leonardo Fossati, los secuestraron el 21 de enero de 1977 en Quilmes. Beatriz estaba embarazada de siete meses, era militante de la UES. Rubén militaba en la JUP. Antes de llevarlo a la Comisaría V, pasó por el Pozo de Arana. En 2004, Leonardo se acercó a Abuelas de Plaza de Mayo. El 11 de agosto de 2005 el juez Arnoldo Corazza le dio el nombre de sus padres.

“Cuando conocí toda esta historia mi hijo ya tenía ocho años y nos tocó a los dos transitar por este camino, el cual fue muy duro, porque en mi caso particularmente yo busqué mi historia. Yo me acerqué a las Abuelas con dudas y yo tenía expectativas de poder encontrar la verdad, más allá de que uno nunca está preparado para enterarse de que sus padres están desaparecidos y que fueron torturados, yo era consciente de que me podía encontrar con eso, pero en el caso de mi hijo con ocho años... fue una situación muy dura...mientras fue pasando el tiempo le pude contar por qué nos tocaba recién a esta altura de la vida conocer a nuestra verdadera familia.” La idea de una familia más amplia que la nuclear es a la que inscribió en la trayectoria de los efectos de los campos: tiene tía materna, dijo, tiene tía paterna, primos y abuelos maternos. Pero les dijo a los jueces que no tiene a sus abuelos paternos porque “fallecieron a causa de estos hechos”. Al abuelo se le disparó una leucemia con el secuestro de su hijo y a su mujer un accidente cerebrovascular que la dejó postrada en silla de ruedas durante tres años, antes de la muerte. “Así que les agradezco la oportunidad –les dijo a los jueces– y les pido que continuemos este camino"


Señalan a El Oso

Antes de Leonardo Fossati declaró Carlos Zaimand, querellante de la causa, ex secuestrado de la Brigada de Investigaciones de La Plata. Su testimonio tuvo dos ejes. Situó el funcionamiento de la brigada como lugar de ingreso y distribución de prisioneros y señaló por primera vez a Carlos “El Oso” García como uno de los integrantes de la patota de su detención. Carlos lo reconoció en las primeras jornadas del juicio. “La persona que fue la que me secuestró es el señor García –dijo–. Es el que se me acerca en la vereda con el arma blanca en la mano y posteriormente vuelvo a ver en dos oportunidades.” Primero, detalló, en la casa de sus padres poco antes del secuestro. Y luego después de la liberación, treinta días después.

Escuchar declaraciones de Carlos Zaidman en : 

Entrevista a Nilda Eloy, de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos

SoB: ¿Nos contás en qué consiste el juicio al llamado “Circuito Camps”.

Nilda Eloy: Esta causa, la llamada eufemísticamente “Circuito Camps”, la pudimos abrir en el 2001, cuando todavía estaban vigentes las “leyes de impunidad”. Esto fue posible con los trabajos de recopilación de datos que hicimos en la Asociación de Ex-Detenidos Desaparecidos. Es decir, hace ya 10 años. En particular lo que logramos ese año fue la causa por homicidios ocurridos en la Comisaría 5°, que es parte del denominado “Circuito Camps”. Esto tomó impulso en el 2003 cuando caen la leyes de impunidad y en el 2004 comienzan las indagatorias, a Etchecolatz, a Campos, a varios de los que están en el juicio hoy. Se hace un recorte de las indagatorias y se eleva, y se deja una “causa residual”.

SoB: ¿Qué es una causa residual?

NE: Eso es lo que hacen con las causas, toman una pequeña cantidad de imputados, los indagan y los procesan. En general siempre cadena de mandos, y un parcial de los compañeros que han pasado por alguno de los centros de detención. Con eso arman un paquetito y lo elevan a juicio, como para decir que las causas avanzan. Pero siempre va quedando un residual de acusados sin juzgar. Entonces esta causa de la Comisaría 5° tomó el nombre de “Causa 2”. Cuando se elevó sin haberse indagado ni procesado, tomó el número de causa 117. Pero como nunca se eleva todo el conjunto quedó un residual otra vez, que es la causa 208. A esto se le sumó la causa de la Brigada de Investigaciones y del Pozo de Arana. Y ahora en primera instancia logramos que estas tres causas se manejen todas juntas, que es una forma de ver la realidad, porque evidentemente la Comisaría 5°, Brigada y Arana… forman parte no sólo del Circuito Camps, sino de un único circuito donde, se verá cuando declaren los compañeros, ellos eran secuestrados, de ahí eran llevados a la Brigada (La Plata), de ahí a Arana y después a la Comisaría 5° como centro de depósito. La inmensa mayoría de los casos que vamos a ver en el juicio van a hacer este recorrido.
A esto se le agregan otros pedacitos de dos centros de detención, como son Puesto Vasco y Cot. 1 Martínez. Y se le suman algunas cosas sueltas: la Brigada de San Justo, donde se enjuicia a un solo represor, en este caso a Bergés. Un caso de apropiación fuera de estos centros, que es la de Pedro Nadal. Eso es el total.
Lo que hemos conseguido, y que es todo un logro, es que el tribunal oral aceptara unificar todas estas partes que se habían ido elevando y hacer un solo juicio por todo esto. ¿Es lo que a nosotros nos conviene, es el juicio que queremos? No. Nosotros queremos juicios que tengan que ver con la realidad de lo sucedido, entonces, lo que pretendemos es juicios por centros clandestinos de detención, por todos los compañeros que pasaron por ahí y a todos los genocidas de cada uno. Es iluso pensar que 26 represores manejaron todo el Circuito Camps. Y lo que es absurdo pensar es que por todo el Circuito Camps pasaron sólo 283 compañeros.

SoB: ¿Y la realidad es que cuántos pasaron?

NE: Son miles, no hay un número exacto. Dada la diferencia de funcionamiento y el tiempo de duración. Por ejemplo en Arana se encontraron 10.000 restos humanos. El número es muchísimo más alto que 283 que son este juicio.
Este juicio tiene además otros temas. En primer lugar, se va a tratar el caso de los compañeros de “Casa 30”, en donde fue desaparecida y apropiada Clara Anahí Mariani. Y después empezaremos con toda la otra parte que mencioné antes, que se divide en dos etapas. Una que es este mini-circuito: Brigada-Arana-Comisaría 5°. Este juicio se podría conocer de muchas maneras. Yo creo que como nombre se le podría poner, por la cantidad de casos, “El Juicio de la FULP (Federación Universitaria de La Plata) o de la Universidad de La Plata”, porque mas del 60% de los casos de esta, la primera etapa, está directamente relacionada con la Universidad. Ya sea por compañeros estudiantes, docentes y no-docentes. Pero lo que unifica es su pertenencia a la UNLP. La FULP es querellante, y lo mejor sería que los compañeros entendieran que los 100 años de existencia de la FULP es hacerse cargo de su propia historia, hacerse responsable que dentro de esos 100 años de historia esta Universidad fue salvajemente reprimida. Este año tiene que ser su lugar de lucha. Yo sé que en lo cotidiano puede haber cosas muy importantes, pero hay cosas que van más allá de lo cotidiano y del día a día, cosas que nos hacen a todos partícipes de la historia, y cómo defendemos no sólo pedir por las cosas del bien común sino por nuestra propia dignidad. Sería todo un ejemplo y una respuesta frente a aquéllos que pretenden ir cerrando los juicios con dos o tres viejos presos, que la FULP hiciera una marca importante de presencia en este juicio.
Más adelante, calculo que el año viene, cuado entremos en la segundo etapa, este juicio va a ser muy intrincado políticamente. Porque se va tocar el tema de Papel Prensa cuando declaren los Graiver, Timerman, etc; en donde el gobierno tiene intereses muy puestos. Y van a tratar mostrar sólo ese lado, pero en Puesto Vasco no hubo sólo empresarios, también hubo compañeros que fueron torturados allí ¡y que no tenían ninguna empresa! Ante esta operación, reinvindicar la militancia de los compañeros dando un mensaje muy fuerte en la Ciudad, sería importantísimo. Responder como los hicimos el último 18 de septiembre en la marcha por Julio Lopez… eso sí que fue toda una respuesta!

SoB: ¿Qué lectura política haces de la última marcha por López?

NE: Lo que te muestra la marcha de López, con la cantidad de gente que participa, es la falta de respuesta “del otro lado”. No tienen cómo “operar” sobre este reclamo, como sí lo hace con el reclamo por los compañeros de la Noche de los Lápices, intentando hacer una marcha paralela con la Juventud Sindical y La Cámpora. Pero el 18 acá en La Plata la gente se mueve, es un reclamo muy sentido. Y eso mismo tendríamos que hacer en este juicio. No estoy diciendo algo que es imposible. Eso mismo se hizo con el juicio a Etchecolatz.

SoB: Vos decías que se va juzgar por el asesinato de compañeros de la Universidad. ¿Sabés de qué organizaciones políticas formaban parte?
NE: Hay de todas las organizaciones. Lo que tiene el Circuito Camps es que es poco específico, no es ni Campo de Mayo ni la ESMA. Acá había de todo: Montoneros, Peronismo de Base, Partido Revolucionario de los Obreros Argentinos, PCML, ERP y tantas otras.

SoB: ¿Querés agregar algo más?

NE: Una de las cosas para resaltar es que los primeros testimonios del juicio van a ser los de Jorge Julio López y Adriana Calvo. Fue todo un logro que el tribunal aceptara un testimonio por “exhibición”. Es decir, que se pase la grabación por una TV de los testimonios de estos compañeros en juicios anteriores. Julio López debería ser testigo en esta causa. Su desaparición es un hecho de impunidad que genera más impunidad.

viernes, 14 de octubre de 2011

Miente, miente que algo queda

 Por Juan Martín Ramos Padilla *

En el marco del juicio sobre el “Circuito Camps”, en el que 26 represores están siendo juzgados, el ex comisario Miguel Osvaldo Etchecolatz y el ex cabo Norberto Cozzani han tratado de instalar que la nieta de la fundadora y ex presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Chicha Mariani, murió en el ataque a su casa, el 24 de noviembre de 1976.

Cabe recordar que Etchecolatz, además de haber sido condenado por sus crímenes de lesa humanidad, también fue condenado por sus mentiras. Esto ocurrió tras las calumnias que pronunció contra el maestro Alfredo Bravo en el programa Hora Clave y por los disparates que escribió en su libro titulado La otra campana del Nunca Más.

En cuanto a Cozzani, se trata de un hombre verborrágico que ha publicado libros y cartas desde el penal de Marcos Paz en los que demuestra sus broncas con otros represores. En algunas de sus misivas puede leerse: “Nos han dejado casi solos, librados a suerte y verdad”, y “somos muchos los prisioneros políticos, no todos de iguales principios éticos ni morales. No todos en iguales condiciones de detención”.

Durante 35 años, en sus diversas publicaciones, ninguno de los dos insinuó siquiera que la beba Clara Anahí Mariani hubiera muerto en el operativo del que ambos formaron parte. Hoy, desde el banquillo, mienten y torturan psicológicamente una vez más.

De todos modos, las infundadas y extemporáneas afirmaciones de los reos no resisten el mínimo análisis a la luz de la intensa búsqueda de Chicha.

A lo largo de 35 años de investigaciones, Chicha logró recabar muchísima información. La seriedad de sus investigaciones se demuestra con los más de 50 niños que fueron localizados y restituidos durante los años que presidió Abuelas de Plaza de Mayo y los importantes aportes a la Justicia, en juicios como el que culminó con la condena a prisión perpetua en cárcel común de varios represores, entre ellos el propio Etchecolatz, en 2006.

Algunos de los datos que indican que Clara Anahí vive son los siguientes:

- El policía Carlos Alberto Hours, en su testimonio ante la Conadep, dijo que en el ataque a la casa, la madre de Clara Anahí “intentó entregarse saliendo por los fondos con la bebita en brazos y fue ametrallada, envolviendo a la menor que estaba ilesa”. De igual modo, el vecino Carlos Alberto Leotta declaró ante la Justicia en 1984, en la causa Nº 129.343, que “la madre de la menor intentó saltar el alambrado por los fondos de la casa, pero fue alcanzada por una ráfaga de ametralladora que le habría cortado las piernas, quedando la chiquita viva en el lugar”.

- Pocos días después del ataque, Chicha concurrió junto a su consuegra a la comisaría quinta y se entrevistó con el entonces oficial Jorge Luis Piazza, que les dijo que tenía los cadáveres de quienes habían muerto en la casa y, ante la pregunta de Chicha, aclaró que en el sumario no figuraba ninguna nena. “Debe haber estado fuera de la casa”, dijo.

- El comisario de la comisaría 5ª, Osvaldo Sertorio, le contó a Chicha que Clara Anahí estaba viva y le aclaró: “Probablemente ya le cambiaron la identidad y ya tiene otros padres. Pregunte en la Unidad Regional”.

- El sumario administrativo de la comisaría 5ª, sobre el operativo en el que secuestraron a la beba, misteriosamente desapareció.

- Con posterioridad al secuestro, con el fin de eliminar los datos médicos de la beba, la Dippba realizó una investigación sobre la obstetra de su madre, centrada en la asistencia médica que le brindó en el período de embarazo. Esto se encuentra en el legajo DS Nº 6976.

- El policía Daniel Del Arco, de la Dippba, trató de venderle la beba a Chicha, lo cual le provocó una persecución por parte de Ramón Camps.

- Monseñor José María Montes le planteó a Chicha en la Catedral: “La beba está bien. Deje tranquila a la gente que la tiene. Usted tiene que rezar y dejar que transcurra el tiempo”.

- El capellán Emilio Teodoro Graselli le dijo que Clara Anahí había sido ubicada “muy alto”.

- Oscar Antonio Ruiz –un vecino de la beba– declaró en el juicio a Etchecolatz que vio cómo Carlos “El Oso” García se llevó a Clara Anahí hasta un vehículo policial.

La estrategia de mentir por parte de los genocidas no es nueva. “Miente, miente que algo queda”, ya le decía Goebbels a Hitler en épocas del Holocausto. Luego, la fórmula fue utilizada en la Argentina para concretar la desaparición de 30 mil personas y el plan sistemático de robo de bebés.

Para ocultar las desapariciones se llegó a sostener –incluso en años de democracia– que los desaparecidos en realidad estaban tomando sol en Europa. De hecho, el diario La Nueva Provincia, en un artículo titulado “Un desaparecido con vida”, sostuvo que el hijo de Chicha no había sido asesinado, sino que estaba viviendo en España.

Para ocultar a los bebés robados, se practicaron planes mucho más perversos, como en el caso de Matilde Lanuscou –una beba secuestrada en un operativo similar al sufrido por la familia de Chicha–. En este caso, para evitar que la niña fuera buscada, la hicieron pasar por muerta y fraguaron su entierro, pero cuando el Equipo Argentino de Antropología Forense abrió el cajón en el que supuestamente estaba enterrada, lo encontró vacío.

Pese a todo, el daño que los represores pretenden seguir causando hoy no logrará desanimar a Chicha. No lo lograron amenazándola y persiguiéndola, tampoco podrán con esta nueva mentira. A pesar de todo, Chicha sigue de pie.

* Director provincial de Igualdad de Oportunidades de la Provincia de Buenos Aires. Director Ejecutivo de la Fundación Anahí. Biógrafo de Chicha Mariani.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Declaración de Chicha Mariani

“Espero que de acá salga algo de verdad”

La mujer, que busca a su nieta Clara Anahí, desaparecida durante la última dictadura, desestimó una versión de Etchecolatz acerca de que la niña estaría muerta. “Lo tengo que acusar a él de haberme torturado durante 35 años”, dijo.

Por Alejandra Dandan

Perdió el bastón apenas pudo sentarse. Los ojos casi ciegos con enormes lentes negros no le permitieron ver a Miguel Etchecolatz, sentado atrás, respirándole en la espalda. Ochenta y siete años, 35 para cambiar indicios en certezas sobre la vida de su nieta. “¿Qué les costaba abrir el libro y evitarnos este sufrimiento? Ejercitaron la tortura apretando siempre una tuerca más”, dijo María Isabel Chorobick de Mariani. “Como esto de que Etchecolatz dice ahora que mi nieta murió calcinada: ¿por qué no me lo dijo entonces? Yo lo tengo que acusar a él de haberme torturado durante 35 años, de intentar matarme, no me muero de puro fuerte que soy y de bronca y de necesidad de encontrar a mi nietita. Si yo la buscaba viva o muerta ¿por qué no me lo dijo? No creo que esté muerta, no creo en esa mentira.”

Chicha abrió con su declaración el debate de las audiencias que sucederán a partir de ahora cada semana en el teatro de la AMIA de La Plata. El juicio por los crímenes del “circuito Camps” tiene al represor Miguel Etchecolatz entre los acusados. Un fotógrafo de Diagonales de La Plata lo capturó el martes escribiendo una carta. Las fotos pasaron a la querella, que leyeron alguna indicación del ataque a la casa de la calle 30 y una línea en la que parece decir que Clara Anahí terminó carbonizada. Otra vez, como hace una semana, el ex comisario recurrió a la estrategia de información a cuentagotas para continuar la tortura. Chicha no durmió en toda la noche. Ayer, en medio de una trabajosa reconstrucción de su historia, con el cuerpo que la obliga a parar para alimentarse en ciertos momentos, los oídos casi sin escuchar, volvió una y otra vez a ese mensaje. “Yo la busqué muerta o viva, yo no voy a aceptar una comprobación así, cualquiera sea, mintieron a tantas madres que se fueron muriendo en el camino.” Porque los que estuvieron en los techos el día del operativo, dijo, están diciendo ahora que la nena está calcinada. “Se habla de la tortura de los campos de concentración. ¿Y la tortura psicológica? ¿Y levantarse cada día buscando un nombre con minuciosidad? ¿Se guardó esto? Y si fuera cierto, qué merece por la tortura que me hizo durante 35 años, día por día, noche por noche, porque lo que no lo creo, no creo que sea cierto, porque hay más gente que sí vio que la sacó a la nena.”
La declaración

El ex comisario permaneció a sus espaldas, sentado entre los presos como en una retaguardia política. Se quejó porque no escuchaba bien. La sala silbó. Chicha le sugirió que se le pusiera más cerca. Etchecolatz puso a su lado a su ex chofer Hugo Guayama, que alguna vez escribió una carta sobre el operativo. Una suerte de arrepentido que reveló nombres de quienes participaron del ataque, pero cuando tuvo que ratificarlo ante la Justicia falló. Al lado estuvieron Norberto Cozzani y Carlos “El Oso” García, también parte de la patota que se robó a la niña.

“Yo esperé 35 años este momento –arrancó la mujer–, creo que si hubiera sabido que después de 35 años, a los 87, iba a estar declarando todavía por mi nieta, me hubiera muerto, no lo hubiese soportado. Ha sido muy cruel todos estos años no saber, que me llenaran de mentiras. De manera que espero que de acá salga algo de verdad porque ya están circulando más mentiras, así que espero la labor del juzgado.”

Chicha describió el escenario del ataque a la casa de la calle 30, número 1134, el 24 de noviembre de 1976 a las 11.15 del día. “Nosotros éramos una familia alejada de la política, mi marido era director de orquesta, yo profesora del Liceo; los papás de Diana (Teruggi) eran dos científicos que trabajaban en el museo. Mi hijo era licenciado en economía con ansias de mejorar las cosas, Diana estudiaba humanidades y había cursado el último año: ésa era la familia que tanto ha sufrido y que tantos embates tuvo en la vida.”

Diana y Daniel vivieron en esa casa, nació Clara Anahí, montaron una empresa para criar conejos y ahí funcionó la imprenta de Evita Montonera. “Yo sabía de la militancia pero no sabía lo de la imprenta: el crimen que cometían porque expresaban sus ideas.” Un mes antes del ataque, la imprenta divulgó la existencia de torturas en la ESMA, el centro clandestino y que se tiraban prisioneros al río. “Se ve que eso los llevó a tan cruento ataque que hasta hoy nadie se olvida en el barrio y ni creo que en la ciudad de La Plata.”

En cada declaración desde entonces, Chicha cuenta que lo primero que pensó es que todos estaban muertos: su nuera, cuatro compañeros y su nieta. “Y yo sólo quería morirme”, dijo ayer. Luego encontró dato a dato con una vecina, con curas que luego la corrían a los gritos. Con un comisario. Versiones que cuando llegaban del lado de la policía confirmaban la muerte contra versiones de vecinos que aseguraron que los policías sacaron a su nieta con vida. Veinte años después, un vecino le dio el audio del operativo. Lo grabó con un micrófono desde una ventana. Ayer la sala lo escuchó: “Sólo una parte porque nunca lo saco entero porque es tan íntimo, tan espantoso y me duele tanto”. Y dijo: “En un momento pían los pájaros en los árboles escapando de los tiros, y yo tengo una relación especial con los pájaros: me hace mucho mal pensar que ahí estaban mi Diana y Clara Anahí”.

Tuvo muchas pistas a lo largo del tiempo de que la nena vivía, dijo. “Esto lo he sufrido treinta años: van y vienen las informaciones. Hay de todo, también allanaron mi casa. Me interrogaron. No he hecho nada más que trabajar por la justicia todo el tiempo, yo aporto y se investiga, pero la investigación a fondo para saber qué pasó con mi nieta no se ha hecho nunca. No sé cómo estoy viva, la verdad, porque hay demasiados dolores: el 1º de agosto del ’77 mataron a mi hijo, lo capturaron también.”

Dos minutos, pidió Chicha. “Yo no lloro ya, pero parece que hoy sí.”
El hombre que todavía puede decir algo

En las indagatorias de la semana pasada no hablaron todos los acusados, pero lo hicieron los cuadros más importantes. Hablaron Etchecolatz y Jaime Smart, el ex ministro de Gobierno, civil a cargo de la policía. Y en la línea de mando siguieron el Oso García y Cozzani. Ambos dijeron más de lo que las querellas esperaban. Descargaron responsabilidades en otros de sus compañeros en casos como el operativo de la calle 30, el secuestro de Jacobo Timerman y los Graiver. Las querellas creyeron advertir en esas palabras el comienzo de una posible resquebrajadura interna. Una grieta. Un espacio al que ayer Chicha pareció apuntar.

“Un día recibí una carta de Guayama”, dijo. “Ya estaba preso, me decía que con el sufrimiento de tanto tiempo había recordado cosas. Dio nombres. Habló de Fiorillo. El Oso García. Yo me alegré porque al fin sabíamos algo. Después lo desmintió. Mientras tanto, la concubina fue a la Comisión por la Memoria porque Guayama se estaba muriendo y creo que lo estaban matando como a tantos dentro de Marcos Paz. Yo me pregunto si se ha hecho la autopsia de los que se murieron ahí.” Chicha pidió en ese momento que sacaran a Guayama de ahí. “Un día supe que estaba flaquísimo y muy mal y lo mandaron a Olmos al pabellón de evangélicos: ahí está muy bien, también es cierto que dice una cosa y la desmiente. Yo le pediría a Guayama que de una vez por todas en su vida diga la verdad, que deje de sentirse influenciado o amenazado. No lo mataron, tiene un hijo, que diga la verdad, que deje de tenerle miedo a Cozzani o a Etchecolatz. Yo sigo confiando porque creo que es un pobre hombre y no es malo. Es una intuición, pero por eso me atrevo a decir eso al jurado.”

La vida de los otros

Chicha Mariani describió a cada uno de los hombres del operativo a la casa de la calle 30. Entre ellos situó a Jaime Smart, el ex ministro de gobierno que hasta ahora dijo que sólo supo del ataque hace poco y en su momento leyó la noticia en los diarios. El dato lo dio Guayama. En una carta dijo que no estuvo el día del operativo pero sí dos días más tarde con la señora de Smart, de Saint Jean o Etchecolatz, dijo Chicha: “Fueron de excursión como se acostumbraba hacer en esa época todavía con la sangre fresca en la casa: eso lo dijo Guayama al juez en una carta que está en el expediente. Entonces el señor Smart, ¿cómo que no sabía nada si su propia mujer fue en el auto con Guayama, que era el chofer de Etchecolatz?”, replicó. También habló de Cozzani. “Cozzani va dando cuenta de los hombres que se mueren, la mayoría en Marcos Paz, demuestra que sabe mucho, pero si es cierto lo que dice, la conciencia lo obligaría a hablar”. Y mencionó al Oso García, a quien señala como el responsable del robo de su nieta: “Tiene una herida en la pierna, es un pastor y pide auxilio a los pastores evangélicos para que lo saquen de este aprieto y sin embargo, si lo dejan hablar, se sabría que él sería el que sacó a la nena a la ambulancia desde el auto de Fiorillo”.

martes, 11 de octubre de 2011

Voces que volvieron a escucharse


Los testimonios de JUlio López y Adriana Calvo

 Por Adriana Meyer

Fue la primera vez que un desaparecido declaró en un juicio por delitos de lesa humanidad. En el marco del proceso por los crímenes ocurridos en los centros clandestinos de detención del Circuito Camps fue proyectado ayer el testimonio de Jorge Julio López, de quien no se sabe nada desde hace cinco años. También se difundió el testimonio de Adriana Calvo, al igual que López, sobreviviente de la dictadura, y cofundadora de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos que falleció en diciembre del año pasado. “A (Ramón) Camps y sus hombres les decían cucarachas porque sólo salían de noche”, dijo López en el video y los presentes aplaudieron.

La exhibición de los testimonios había sido pedida al Tribunal Oral Federal 1 de La Plata por la querella de Justicia Ya! “para que no fuera la mera formalidad de un papel que se mete en un expediente, sino como homenaje a ellos y para que los represores sepan que, más allá de sus estrategias, los testigos seguirán testimoniando a pesar de todo”. Guadalupe Godoy, abogada de ese colectivo, recordó que en aquella declaración de junio de 2006 López estaba enojado porque el represor Miguel Etchecolatz no estaba en la sala. “Ayer sí lo escuchó”, apuntó, dado que el ex jefe de Investigaciones de la Policía Bonaerense es uno de los 26 genocidas acusados. La proyección fue en una pantalla pequeña pero muy nítida y doble, que se veía desde cualquier ángulo. Por momentos pareció que el juez Carlos Rozanski, presidente del mismo tribunal, estaba haciendo las preguntas en vivo.

López había conmovido con su relato de las torturas que el propio Etchecolatz le aplicó y del asesinato de Patricia Dell’Orto y Ambrosio de Marco. El albañil recordó que la mujer pedía que no la mataran porque quería criar a su hijita, Mariana, y cumplió con la promesa que le había hecho en el campo de concentración de dar testimonio del amor que sentía por su hija. “Fue el mismo compromiso que lo llevó a acusar a Etchecolatz, y por el cual fue acallado el 18 de septiembre de 2006, cuando volvieron a desaparecerlo”, recordaron ayer sus compañeros, que insistieron en responsabilizar a los poderes del Estado por “perpetuar la impunidad de su desaparición forzada”. Otro tramo aplaudido por los presentes fue cuando López había afirmado que “ayudaba y colaboraba con los Montoneros”, y reivindicó “a esos chicos, no a sus dirigentes”.

Adriana Calvo había declarado en el juicio contra el ex capellán genocida Christian Von Wernich, explicó la lógica represiva en la provincia de Buenos Aires, y había pedido “que se condene a cada uno de los represores por los delitos cometidos contra todos los compañeros”, para lo cual reclamó “que se unificaran las causas para no desdibujar la magnitud del genocidio”. En la sede de la ex AMIA hubo cola para acreditarse y las 400 personas que presenciaron las declaraciones de López y Calvo –entre ellas las Madres Nora Cortiñas y Mirta Baravalle, miembros de la Comisión Provincial por la Memoria y de la CTA local, además de las hijas de Calvo, Martina y Teresa, y Carlos “Calica” Ferrer, amigo del Che Guevara– salieron emocionadas de la audiencia.

jueves, 6 de octubre de 2011

Jaime Smart, ministro de la provincia durante la dictadura

La punta del iceberg civil

La Corte Suprema confirmó ayer el procesamiento y la prisión preventiva del ex funcionario de la provincia de Buenos Aires durante el terrorismo de Estado. El diario La Nación lo había defendido en un editorial.

La Corte Suprema desestimó ayer los recursos de queja presentados por Jaime Lamont Smart y de esta manera dejó firme su procesamiento y prisión preventiva. Los jueces consideraron que los cuestionamientos a las decisiones de la Cámara Federal de La Plata eran inadmisibles.

Smart es el primer civil con rango de ministro juzgado por los crímenes de la última dictadura. Ministro de Gobierno del general Ibérico Saint Jean, estuvo a cargo de la policía de la provincia de Buenos Aires de la que dependieron las comisarías, reconvertidas en centros de detención, torturas y exterminio. Hoy es uno de los acusados del juicio oral del llamado Circuito Camps en La Plata. Entre las pruebas en su contra, la fiscalía federal incorporó un artículo del 12 de diciembre de 1976 publicado por el diario La Nación que lo instala en la primera línea de la estructura: “Tenemos el deber de desenmascarar a quienes armaron a los delincuentes subversivos, porque si no, corremos el riesgo de que dentro de unos años vuelvan de las sombras”, decía Smart a contrapelo incluso de la defensa que paradójicamente salió a hacer en los últimos días un editorial del mismo diario. En línea con algunos argumentos de la defensa de los represores y con las posturas esgrimidas el día de su detención por el Colegio de Abogados de la calle Montevideo y la organización de los abogados católicos, el editorial declama en la lógica de los perseguidos políticos.

Para los fiscales de la causa del Circuito Camps, para entender las responsabilidades de Smart durante la dictadura bastaría con el organigrama del Ejecutivo bonaerense: Smart estuvo tres años al frente de la policía, manejada por Ramón Camps y el comisario Miguel Etchecolatz. Sin embargo el organigrama no es la única prueba.

El artículo de 1976 del diario La Nación es un dato que a la luz de las pujas de las lecturas históricas se vuelve contundente. El cable reproducido en las páginas del diario de los Mitre señala como fuente a la agencia NA que a su vez reprodujo una entrevista de Smart a LS11 Radio Provincia. El cronista describió a un Smart que con “entusiasmo” refiere el programa de aquellos años.

“El ministro de Gobierno había hablado por LS11 Radio Provincia de Buenos Aires. Con entusiasmo, se había referido al reequipamiento de la Policía Bonaerense, manifestó que ‘en los últimos ocho meses se invirtieron más de 1500 millones de pesos, y que se aumentó el plantel de la dependencia en 30.000 hombres’. ‘En el Ministerio de Gobierno (decía Smart) hemos tenido siempre presente la necesidad de volcar todos los recursos en la lucha contra la subversión. Lo cierto es que esa subversión no es la subversión meramente armada. Muchas veces se equivocan los términos cuando se limita exclusivamente el de subversión al combatiente que es abatido por las fuerzas del orden. En la subversión debemos incluir a quienes armaron a esos combatientes, pues si nos ponemos a analizar creo que son más responsables que los mismos combatientes. Esos responsables son los profesores de todos los niveles de la enseñanza’.”

Alejo Ramos Padilla acaba de asumir como juez federal de la provincia de Buenos Aries, pero hasta comienzos de septiembre fue querellante de esta causa e impulsor de la primera denuncia penal contra Smart, cuando terminó el juicio al capellán Christian Von Wernich. Durante el juicio al capellán del Ejército, el nombre de Smart apareció vinculado con el secuestro de Jacobo Timerman, director del diario La Opinión. El entonces embajador argentino en Estados Unidos y ahora canciller Héctor Timerman declaró en ese juicio y pidió la detención de Smart por el secuestro de su padre. Aquel proceso mostró, entre otras cosas, que Timerman respondió desde su diario aquella declaración que hacía foco en los maestros y profesores.

“Camps y Etchecolatz dependían del ministro de Gobierno y hay declaraciones de testigos que hablan de la presencia de Smart en los procedimientos”, dice Luis Alen, segundo de la Secretaría de Derechos Humanos de Nación, que es querellante de la causa. “En el libro que escribió Camps sobre el caso Timerman le agradeció al ministro de Gobierno su participación. Además el Circuito Camps se escapó de la lógica de las zonas, no dependía del I Cuerpo, sino de la policía de la provincia, que estaba controlada por el ministro de Gobierno. Decir que no conocía lo que hacía la policía es como decir que (Albano) Harguindeguy no sabía lo que hacía la Policía Federal.”
 
Smart

Jaime Lamont Smart es uno de los fundadores de Fores, una institución de lobby creada en octubre de 1976 para enfrentar la “campaña antiargentina” en sintonía con el “espíritu que guía al proceso de Reorganización Nacional”, publicó en este diario el año pasado Horacio Verbitsky. Fores está vinculada con el Colegio de Abogados de la calle Montevideo, una de las instituciones que firmaron las solicitadas de solidaridad con Smart en 2008 cuando el juez Arnaldo Corazza ordenó la detención. Fores organizó las conferencias sobre la Reforma Judicial en 1976 y 1977 que precedieron el general Albano Harguindeguy, Manuel Ibérico Saint Jean y Oscar Alfredo Saint Jean, auspiciadas por Acindar y la Embajada de Estados Unidos.

Smart llegó a Fores tras su paso por la Cámara Federal Penal de la Nación. Para él, uno de sus logros o apuestas patrióticas más importantes, como lo describió en la indagatoria del juicio en La Plata. Para las víctimas de la llamada “Cámara del Terror” es, en realidad, otro de sus antecedentes comprometedores.

El editorial que publicó en su defensa el diario La Nación en los últimos días hizo eje justamente en ese hecho. No solamente dio cuenta del rol de Smart en el Camarón, sino que se preguntó si no será porque juzgó “terroristas”, que ahora esos “ex terroristas” convertidos en funcionarios pueden encontrar en el juicio una forma de vengarse.

El artículo publicado en términos de proclama llamó la atención de los organismos de derechos humanos y también de la fiscalía. Hasta ese momento, el diario transmitía esas posturas a través de solicitadas de abogados como los nucleados en la Agrupación Concordia, pero no lo había hecho en nombre propio.
Camarón

“El Camarón fue un tribunal creado por los gobiernos de Onganía, Levingston y Lanusse que crearon una ‘comisión especial’ con jurisdicción en todo el país dedicada a perseguir los delitos subversivos, que eran los delitos de carácter político”, dice Alen. “Las ‘comisiones especiales’ están expresamente prohibidas por el artículo 18º de la Constitución Nacional; la creó un gobierno de facto, no tuvo ni legalidad ni legitimidad y se creó justamente para perseguir a los opositores de la dictadura.” Uno de los casos emblemáticos del Camarón fue la intervención en la Masacre de Trelew: en lugar de juzgar a quienes fusilaron a los presos políticos, el Tribunal abrió una causa sobre las fugas. A pesar de que tenía una supuesta competencia, nunca juzgó los crímenes.

Por antecedentes como ésos, los organismos de derechos humanos no quieren que se habiliten tribunales especiales para juzgar los crímenes de la dictadura. Los tribunales especiales tienen en el país una historia nefasta, suelen decir. Por eso, los juicios los llevan adelante tribunales federales de todo el país con las características de todos los procedimientos penales y todas las garantías para los acusados.

lunes, 3 de octubre de 2011

Otra vez Etchekolatz a la altura de su bajeza

El ex comisario Etchekolatz aseguró que tiene datos sobre la nieta de Chicha Mariani.
Anuncio que  provoca más sospechas,

En el marco del juicio por el circuito Camps, Etchecolatz dijo que podría “aportar datos y elementos de prueba” sobre la desaparición de Clara Anahí Mariani, secuestrada a la edad de tres meses en 1976. Los querellantes descreen de la sinceridad del represor.

 Por Alejandra Dandan

El represor Miguel Etchecolatz abrió con su declaración indagatoria una nueva jornada del juicio oral por el circuito Camps. Pronunció varias veces el nombre del desaparecido Julio López, lo llamó caso “politizado” y testigo “aleccionado”. Se presentó como “preso político” y se quejó de los escraches de los “jóvenes idealistas”. Con una frase confusa prometió que iba a aportar “datos y elementos” de prueba sobre Clara Anahí Mariani, la nieta de Chicha Mariani, aquella beba de tres meses secuestrada en noviembre de 1976 cuando en el operativo de la casa de la calle 30 de La Plata asesinaron a su madre, Diana Teruggi, y a otros cuatro militantes. “Podría aducir muchos ejemplos, pero los reservaré para otra oportunidad”, dijo en ese momento. “Como es el de aportar datos y elementos de prueba sobre el destino de Anahí Mariani, pese a quien pueda sentirse perjudicado. Fui testigo presencial de aquellas circunstancias generadas por integrantes del despiadado y perverso terrorismo”. Los querellantes desconfían. Ya otras veces prometió información y sólo pareció regodearse en la renovación del dolor que provoca.

Chicha Mariani, que es una de las personas que aún espera esos datos, no estaba en la sala porque como es testigo del juicio no puede escuchar a quienes hablan hasta no hablar ella. Sin embargo, estaban los familiares y querellas de los organismos de derechos humanos que le bajaron el tono convencidos de que muy probablemente el comisario no vaya a decir nunca nada, porque ya pronunció alguna otra vez esa promesa que luego no cumplió. “Es un tema delicado”, dijo Inti Pérez Aznar, de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. “Ojalá algún día diga lo que sabe, pero es tan cínico que al día de hoy sigue jugando con la esperanza de los sobrevivientes y en el caso de Chicha Mariani, sobre el paradero de su nieta.”
 
La declaración
Etchecolatz no permitió preguntas ni de querellas ni de los jueces. Se presentó como “policía”, no como “policía retirado” como sus camaradas. Cuando Rozanski le preguntó con qué se mantiene dijo que con el sueldo de policía, un dato que anotaron con sorpresa las abogadas de las querellas de Justicia Ya!, Lucía Vera y Guadalupe Godoy. Antes de la proclama lloró por las mudanzas, los “escraches de los jóvenes idealistas” a “la dueña del departamento que era mi suegra (que) se vio obligada a vender el departamento de Capital”, porque “no les permitían a mi esposa y a la madre circular por la calle porque eran interceptadas”.

Luego avanzó con la causa: “Hoy al encontrarme ante ustedes me vienen a la memoria procesos judiciales anteriores que en una sola audiencia sería imposible desarrollar con calidad y hechos concretos sobre las arbitrariedades que deliberadamente se cometieron en esos juicios”, dijo. “Hoy en mi condición de ciudadano convertido en prisionero político por haber tenido que actuar para impedir que el terrorismo y la sedición perversa y apátrida convirtieran a la patria en su rehén, me encuentro enfrentado nuevamente ante un juicio.”

Y habló de López: las causas “se llevan a cabo pretendiendo aquí demostrar participaciones en hechos en los cuales yo no he participado como el del politizado caso López”. Y agregó que “el gobierno de turno” y “organizaciones de seudo derechos humanos se permiten que la opinión pública considere esa versión deformada con relación a la desaparición de un testigo aleccionado, relacionado con un juicio contra mi persona”.
 
El resquebrajamiento
Detrás suyo el Tribunal indagó a otros. Hugo Alberto Guallama y Luis Vicente Patrault no declararon pero sí lo hicieron Norberto Cozzami y Carlos “El Oso” García. Sus declaraciones marcaron para las querellas otro eje del día, y un punto que tensará el correr del debate: parecen empezar a mostrar cierto indicio de ruptura en la vieja cadena de mandos. “Parece que empezaron a abrir el grifo”, dijo Guadalupe Godoy. “Cozzami le reclamó a Roberto Antonio Cabrera y Sergio Verduri que hablasen de Puesto Vasco. Y García acusó a Eros Amílcar Tarela de obligar a Guallama a escribir la carta en la que lo imputa de los hechos de la calle 30.”

Cozzami, que entonces tenía poco más de 20 años, venía de la Triple A a integrar la custodia de Etchecolatz, donde fue uno de sus hombres de confianza. Está acusado de formar parte de las patotas de Puesto Vasco, de privación ilegal de la libertad y tormentos. En la indagatoria contó en primera persona, hasta donde contó, cómo funcionó el aparato por adentro. Reconoció que instruyó el caso Graiver; que encabezó los operativos de secuestros. Que grabó al lado de Ramón Camps los careos entre Lidia Papaleo y Jacobo Timerman después de los interrogatorios en Puesto Vasco.

“En esos 26 meses que estuve de policía –dijo Cozzami–, quizá rompí la media normal, no porque fui a desaparecer personas ni tiré a alguien de un avión sino porque pensé y trabajé.” Y dijo: “Con alguien que nos expresara la cantidad de delitos que nosotros íbamos a cometer, la cantidad de figuras jurídicas, realmente creo que se hubieran roto filas y el noventa por ciento de los que estábamos formados hubiera roto filas”.

Cozzami contó en el caso Graiver 62 detenidos en una lista que él mismo actualizaba: “Yo hacía acopio de información no en origen sino en la Dirección General de Investigaciones, en un escritorio reunía la información procedente de los interrogadores del caso Graiver”. Y luego: “Armé dos carpetas que se entregaban los viernes, una al general Suárez Mason y otra a la Secretaría General de Presidencia de la Nación para Villareal, para el general Videla. Ese fue mi acopio de información”. Y dijo: “No había delincuentes peligrosos de ninguna naturaleza, eran delincuentes económicos, eran subversivos económicos”.

Buena parte de su testimonio está contado por él mismo en un libro, y figura en la causa Camps. En la audiencia, los jueces le preguntaron por Timerman. “De la detención no puedo explicar nada, sí de la predetención”, dijo. “48 horas antes de la detención, se produce un atentado explosivo muy importante en el que muere el comisario Benítez”. La explosión fue en la comisaría de Ciudadela Norte. Murieron policías y civiles, dijo. “Siendo las ocho de la noche o nueve, nos desplazamos como custodias del director de Investigaciones, nos fuimos a la comisaría de Ciudadela Norte y nos quedamos en la vereda de enfrente porque la maquinaria de Vialidad iba rescatando cuerpos. Estando trabajando se producen movimientos y aparece una caravana de autos y se hace presente Harguindeguy, Lo saluda a Etchecolatz, yo estaba a tres metros, y le dice: ‘No tuve tiempo de hablar con Camps pero quiero que se defina rápido el Operativo Amigo’. Cozzami dijo después: “El que dio la orden fue Harguindeguy, porque después cuando tuve que preparar las carpetas el título era ‘Operativo Amigo’”.

Los abogados describieron a Cozzami como un cuadro de la dictadura, pese a la edad, por el lugar que ocupó en la estructura. Los jueces le preguntaron varias veces por Puesto Vasco. El dijo que alguna vez había entrado, pero sólo diez minutos. Que llevaba vales de nafta. Que su lugar estuvo en Investigaciones. “He llevado personas detenidas a Puesto Vasco, del caso Graiver imagínese hubo un montón de detenidos y yo entiendo perfectamente cuando se cuestiona que no era el lugar apropiado”, indicó y cuando le repreguntaron por eso dijo que no era apropiado porque era muy pequeño para “la cantidad” de detenidos en cuestión. “Lo que tenemos que entender, desde mi punto de vista, es el contexto y con qué apuro se les dijo hay que apagar el incendio, eso que yo digo: que hubo bomberos voluntarios de uno y otro lado.”

Otro dato del día apareció en el testimonio de García. El Oso García dijo que no participó en las patotas pero que sí hubo una patota desde 1976 en la Jefatura, comandada por Julio César Garachico y Manuel Aguiar, dos de las personas que denunció Julio López en su declaración sobre la comisaría V sobre las que aún no se avanzó, dijeron las abogadas de Justicia Ya! Las indagatorias aún siguen pendientes en la causa residual.