lunes, 13 de febrero de 2012

El recuerdo del sacerdote que se casó y fue desaparecido

La hija y la hermana del cura Federico Bacchini brindaron su testimonio en el juicio por crímenes de lesa humanidad. Un acusado confesó haber estado en la casa Mariani Teruggi. Marlene Kegler Krug, presente.

“A nosotros nos cae toda la sospecha sobre Monseñor Plaza porque amenazó a mi hermano porque había querido renunciar al sacerdocio pero no se lo aceptaron”, recordó ayer Mercedes, una de las hermanas del sacerdote secuestrado, torturado y asesinado Héctor Federico Bacchini, cuyo cuerpo permaneció desaparecido durante 34 años, en la audiencia del juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos en el Circuito Camps.

Es curiosa la historia de Bacchini, quien renunció al sacerdocio, formó pareja y tuvo una hija a la que bautizó con el nombre de Clara y que tenía poco más de dos meses cuando el 25 de noviembre de 1976 la dictadura irrumpió en su casa.

Las dos mujeres recordaron al ex sacerdote que fue identificado en 2010 por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) entre un grupo de cuerpos sepultados como NN en el cementerio de San Martín y es el primero de las once víctimas de este proceso cuyos restos fueron recuperados.

En la audiencia también testimonió la ex presa política durante la dictadura y hermana de una desaparecida, Perla Diez, quien recordó a Marlene Kreguer Krug, una joven paraguaya militante del PRT - ERP brutalmente torturada en Arana, que permanece desaparecida.

Además, el imputado Eduardo Cozzani confesó haber estado en el ataque a la casa del matrimonio Mariani Teruggi e instó a sus "co procesados" a contar lo que saben.

Clara Teresa Bachini fue la primera testigo en declarar en la audiencia de este lunes ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata, quienes juzgan a 22 policías, tres militares y un civil por los delitos cometidos en seis centros clandestinos de detención controlados por la Policía Bonaerense durante la dictadura militar, contra 280 víctimas. Recordó a su padre y todo lo que supo de él a través de sobrevivientes de la dictadura: que había estado en Arana y en la comisaría Quinta, a la que reconoció por las campanadas del seminario donde había estudiado, ubicado justo en frente.

La mujer comenzó su exposición aclarando que se consideraba una “testigo presencial sin memoria”. Y explicó: “estaba en el lugar donde se produjo el secuestro de mi padre el 25 de noviembre de 1976”, pero sólo tenía dos meses y veinte días de vida.

La mujer transmitió a los jueces del TOF 1 Carlos Rozanski, Atilio Portela y Roberto Falcone, que todo lo que pudo reconstruir de la vida de su padre fue gracias a los relatos de su madre y su familia y los testimonios de sobrevivientes que compartieron cautiverio con él. Contó que Federico Bachini había pedido dejar el sacerdocio, y que pasado un tiempo se casó y la tuvo a ella, su hija.

Fue por eso que el arzobispo de La Plata, Monseñor Antonio Plaza lo amenazó antes de ser secuestrado: “llamó a mi padre para decirle que se fuera de La Plata porque su estado de hombre casado con una hija era un mal ejemplo para los jóvenes de la iglesia, pero mi papá le dijo que no lo creía y que no se iba a ir. Plaza le respondió que se atenga a las consecuencias. Veinte días después, fue secuestrado”.

A Bachini lo conocían como el padre Federico cuando ejercía su sacerdocio entre los más humildes e incomodaba a la cúpula de la Iglesia que le impedía trabajar con gente joven porque lo pensaban peligroso. Fue secuestrado por un grupo de hombres fuertemente armado en el primer piso de calle 15 entre 60 y 61, el departamento que compartía con su hija, su esposa Elsa Noemí Paladino, que estaba ubicado sobre la vivienda de su suegra Sara de Paladino, donde vivía la mujer y Susana Paladino con su esposo y sus dos hijos. Todos, recordó Clara en la audiencia, fueron testigos del secuestro esa madrugada que había sido precedida por una jornada de mucha tensión y nerviosismo provocados por los sonidos del ataque en la casa del matrimonio Mariani Teruggi.

“Desde ese día no volvimos a ver a mi padre”, recordó Clara. Contó que su familia presentó varios habeas corpus que nunca tuvieron respuesta y que el primer dato sobre el destino de su padre lo tuvieron en 1983, cuando un sobreviviente de quien sólo recuerda que le decían “Pulgar” se comunicó con su madre.

También contó que el sobreviviente Carlos de Francesco habló con ella personalmente y le permitió conocer que su papá había permanecido detenido en la comisaría Quinta durante diciembre de 1976 y enero de 1977. Fue ese ex detenido el que le contó que, mientras estaba detenido, su padre reconoció las campanas y la comida del seminario, donde había estudiado, ubicado en 24, entre 65 y 66, a metros de la seccional.

Reaparecido

Clara contó que su papá fue asesinado el 2 de febrero de 1977. “Gracias al EAAF Sabemos que fue fusilado en Ciudadela, de madrugada y enterrado como NN”, recordó, y subrayó que “el certificado de defunción tenía como causa de muerte ‘múltiples heridas de bala’. Y lo abandonaron en la calle”.

“Hoy puedo decir –continuó Clara- que no estuvo detenido en ningún otro lugar porque gracias al trabajo del EAAF en 2010 se identificaron sus restos”.

La mujer concluyó: “mi papá fue secuestrado, mantenido en cautiverio, asesinado y su cadáver escondido durante 34 años”. Sus restos fueron sepultados el 15 de octubre pasado en el cementerio Municipal de La Plata.

Marlene

“Cuando la conocí, Marlene Kegler Krug era mi cuñada, era la hermana menor de mi compañero, paraguayo él”, contó al tribunal Perla Diez, ex presa política y hermana de una desaparecida durante la dictadura.

La mujer realizó una semblanza de esa mujer que, según los testimonios, estuvo detenida en el centro clandestino de detención que funcionó en Arana, donde los sobrevivientes que compartieron cautiverio con ella aseguran que fue brutalmente torturada.

Marlene había nacido en la colonia alemana Honeau en Paraguay y a los 18 viajó a La Plata para estudiar obstetricia. Diez recordó que la joven se incorporó a militar en el PRT ERP y que fue secuestrada el 24 de septiembre de 1976 frente a la facultad de medicina.

La recordó como a una chica que se destacaba por su fortaleza y resaltó la frase que todos los sobrevivientes recuerdan que les espetaba a sus torturadores durante los interrogatorios en Arana: “Yo con el enemigo no hablo”.

Marlene permanece desaparecida.

Confesión

El imputado Norberto Cozzani admitió haber estado presente en la casa de calle 30, entre 55 y 56, donde fueron asesinadas cuatro personas y robada una beba, el día del ataque, y dijo que el resto de los procesados no dicen la verdad.

El imputado aseguró que tras escuchar durante enero las audicencias de este juicio su conciencia le indicó contar la verdad, es decir, que el 24 de noviembre de 1976 estuvo en la casa del donde fueron asesinados cuatro militantes peronistas y fue robada la nieta de Chicha Mariani, Clara Anahí, casos que se juzgan en este proceso.

Según el imputado, él llegó a las 16 al lugar y a los pocos minutos escuchó las detonaciones de un cañón de mano. También dijo que vio bajar a un hombre con ropas militares cargando el obús y al imputado Miguel Etchecolatz del mismo techo.

“Todos entramos en la casa, desde los jefes más importantes hasta los oficiales más razos”, dijo Cozzani, pero negó haber visto cadáveres. Tampoco pudo dar certezas de que Clara Anahí hubiese muerto en el ataque –versión que los imputados intentan imponer desde el inicio del debate- y sólo se limitó a decir, como supuesta prueba, que vio un carrito de bebé reducido a hierros retorcidos por el fuego.

Además, el imputado dijo que durante el verano había hecho un examen de conciencia e instó a sus “co procesados” a decir la verdad como él se comprometía a hacerlo.

En la audiencia también declaró el médico forense Roberto Ciafardo, quien revistó en el cuerpo médico forense de la Policía Bonaerense entre 19758 y 1988 y había sido mencionado por un colega suyo al testimoniar por las autopsias practicadas a las víctimas del ataque de la casa de calle 30.

El hombre dijo que se acordaba de ese episodio pero dijo no recordar haber practicado una autopsia a los cuerpos por ese hecho.

Pablo Roesler / @pabloroesler

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