jueves, 12 de abril de 2012

Testimonio de María Teresa Garín : Asesinaron a su hermano, su hermana, su cuñado y nunca se supó qué sucedió con un embarazo

Rubén
María Angélica

Arturo
“En mi familia hay tres personas que fueron desaparecidas y hay un presunto bebé robado”, comenzó relatando María Teresa Garín. Su hermana, María Angélica Garín fue asesinada y finalmente restaurados sus restos de una fosa clandestina en el cementerio de Avellaneda, en 1990.  En Avellaneda había 19 fosas clandestinas y más de 300 cuerpos mayormente de jóvenes con balazos en el cráneo. En el cuerpo de ella se notaba que había estado embarazada, pero sin embargo “nunca supimos si tuvo el hijo o no”.

María Angélica era médica pediatra, y trabajaba en el Hospital San Ramón de Quilmes de donde fue secuestrada en un importantísimo operativo donde rodearon todo el hospital y cortaron la calle, “solamente para llevarse a mi hermana”. Una hora despúes, en La Plata, su marido Ruben Mario de Angeli, cardiólogo, también fue llevado y torturado. Mismo destino para María Angélica que estuvo en Bilp, en Arana, en Comisaría Quinta, y en Pozo de Banfield, lugares que compartió con Adriana Calvo y fue ella quien le dio esta información a María Teresa Garín, que ahora esta testimoniando en el juicio, por su hermana, cuñado y su hermano Arturo Martín Garín.

Su hermano Arturo fue detenido tiempo antes, en el año 76, trabajaba en una propulsora siderúrgica de Techint en Ensenada, y era “activo en el gremio”, según cuenta su única hermana que sobrevivió a  los años de plomo, “estuvo en un conflicto contra la patronal y la burocracia sindical”, y agregó que “creo que toda la comisión interna de delegados está desaparecida”.  Arturo, según le relataron, estuvo detenido en “El pozo de Azopardo”, relató María. El Centro de detención, tortura y exterminio “Garage Azopardo” funcionó en la ciudad de Buenos Aires, en la manzana delimitada por Azopardo, Chile, Ingeniero Huergo y México entre octubre de 1976 y enero de 1977 en dependencias de la Policía Federal. Formó parte del circuito represivo Azopardo-Atlético-Banco-Vesubio-Olimpo, bajo la órbita de Primer Cuerpo de Ejército. Allí funcionaba el servicio de Mantenimiento de Automotores de la Superintendencia de Seguridad Federal.

La familia realizó distintos tramites para averiguar el paradero de los dos hijos de la familia: primero realizaron una denuncia en la Comisaría Quinta, también hicieron Habeas Corpus, telegramas al presidente y a las autoridades eclesiásticas: sus padres se entrevistaron con el entonces Monseñor Graselli, conocido por su fichero de desaparecidos; allí buscó a los hermanos y ya no figuraban: “o había pasado lo peor o estarían colaborando”, remató Garín.

“Que no tengan privilegios, porque nosotras no tuvimos ningun privilegio en todos estos años de ausencia”

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