martes, 19 de junio de 2012

Circuito Camps: “Cuando recuperás la identidad también la recupera tu familia”

Pedro Nadal, apropiado durante la dictadura y restituido en 2004, y su padre declararon y señalaron a Jorge Bergés, el médico que firmó la partida de nacimiento falsa. También declararon amigos y familiares de su mamá que sigue desaparecida. El fotógrafo que denunció la apropiación.

Un joven que recuperó su identidad en 2004, Pedro Luis Nadal García, y su padre que lo buscó durante 30 años, Jorge Nadal, declararon en la audiencia del juicio por el Circuito Camps y señalaron a uno de los imputados como responsables de la apropiación: el médico policial Jorge Berges, quien firmó el certificado de nacimiento falso. Ante el acusado, que asistió a la declaración en su silla de ruedas, el joven repasó la mentira construida por sus apropiadores, un policía de la Brigada de Quilmes que en su casa lo presentaba como a su sobrino y una mujer que se empeció en ocultarle la verdad, hasta la búsqueda de su madre desaparecida que emprendió apenas supo quien era y que aún continúa. El padre contó luego su secuestro y la búsqueda de tres décadas que culminó disfrazado de cartero para poder acercarse a quien creía su hijo y que las pruebas de ADN le dieron la razón. También declararon familiares y amigos de la mujer desaparecida, y un fotógrafo de la revista 7 Días, Juan Vera, quien apenas retornada la democracia denunció el caso en Abuelas.

En una nueva audiencia del juicio que se realiza en la ex Amia de 4 entre 51 y 53, donde el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 (TOCF1) juzga a 24 imputados por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 281 víctimas, Jorge y Pedro Nadal relataron sus búsquedas junto a las Abuelas de Plaza de Mayo. Otro joven recuperado, el platense Leonardo Fosatti; otro padre que halló a su hijo, Abel Madariaga, y la titular de Abuelas de La Plata, Jorgelina “Coqui” Pereyra, acompañaron las declaraciones desde el público.

EL HIJO. “Me notificaron del juzgado Nº3 del juez (Arnaldo) Corazza y cuando me presenté no sabía porqué iba. Si bien tenía dudas, nunca me imaginé que iba a ir a un juzgado a despejarlas”, comenzó su declaración Pedro Luis Nadal García, de 37 años y padre de tres hijos.

Ante los jueces Carlos Rozanski, Roberto Falcone y Mario Portela, el nieto recuperado recordó que nació el 29 de mayo de 1975, en Resistencia, Chaco, catorce días después de que una patota secuestrara a su papá en el Conurbano Bonaerense. Durante los siguientes diez meses vivió con su mamá, Hilda Magdalena García, y su hermano Carlos, en una vivienda de la localidad bonaerense de Guernica.

De esa casa fueron secuestrados entre el 5 y el 10 de marzo de 1976, e inmediatamente fue apropiado por el ex policía de la Brigada de Quilmes –donde funcionó luego el centro clandestino Pozo de Quilmes-, Luis Alberto Ferian, quien lo anotó como propio y se lo entregó a su pareja: Yolanda Isabel De Francesco, quien lo crió en su casa de Berazategui a pesar de que estaban separados.

“Mi apropiadora me decía: ‘tenes que pasar tiempo con él porque es tu padre’”, recordó. Para Pedro Nadal, esa era su verdad: que era hijo un extramatrimonial del policía. “En la casa de él no le podía decir papá. Le tenía que decir tío. Él tenía una familia formada con esposa y dos hijos, y a ellos les decía que era el primo. Sólo en nuestra casa era mi papá; para afuera decía que era mi tío”, recordó el joven.

Con ese “doble discurso” creció. Y se casó y se fue de la casa de su apropiadora. Y convivió con las dudas, recordó en la audiencia. Por eso cuando fue a la justicia aceptó de inmediato hacerse un estudio de ADN. Y fue a Abuelas de Plaza de Mayo, pero debía esperar los resultados para saber, entonces, explicó, comenzó una investigación personal sobre su origen.

“Abordé a sus familiares con los que me daba un poco más que era el cuñado de Ferián, Antonio Bozo. Él se quebró y me dijo que era cierto que yo era hijo de desaparecidos”, contó. Y siguió: “Me dijo: ‘tu papá, Ferián, entró en una casa de Quilmes con su equipo, se enfrentaron y mataron a todos. Y el bebé que lloraba eras vos, y como eras muy chiquito, se quedó con vos”.

Esa fue la primera versión que tuvo. Pero su búsqueda siguió y entre los papeles que guardaba su apropiadora encontró certificados de vacunación y la partida de nacimiento falsa en la que Bergés estampaba su firma.

Luego supo por la esposa de Bozo que De Francesco le había contado otra historia: “A vos te trajo Ferián de una celda de la Brigada de Quilmes. Estabas vos sentadito al lado de tu mamá, que tenía los ojos vendados”, reconstruyó Nadal. Luego supo que el policía tenía una relación estrecha con Bergés.

De lo que había compartido con su apropiador, Pedro rescató un listado de nombres de policías que habían actuado con el en un grupo de tareas que se hacía llamar ‘Brigada Fantasma’. Esas personas que Ferian le mencionaba una y otra vez eran: “un tal Polo, un tal Oscar que podía ser Oscar Simieli, un tal Carlitos, Jorge Cabañas (que vivía frente a la casa de su apropiadora: ‘cuando era chico me decía zurdito y yo no entendía por qué’, recordó) y Corrales”, recordó. El último apellido coincide con el de Bernabé Jesús Corrales, uno de los imputados en la causa.

Luego de su declaración dijo a la prensa que cuando recuperó su identidad “también la recuperó su familia”. Y repitió la interpelación a los represores que hizo en el estrado: “Que confiesen sus delitos, particularmente por los desaparecidos, para poder encontrarlos. Es muy importante para nosotros. Y ellos deberían tener un poco más de huevos y hacerse cargo”.

EL PADRE. Jorge Adalberto Nadal era un militante del PRT-ERP que la represión previa al golpe obligó a refugiarse en la clandestinidad. El hombre contó que el 16 de mayo de 1975 fue secuestrado en su casa del conurbano y llevado a la Brigada de Quilmes, que ya funcionaba como un centro clandestino. Allí vio por primera vez a Bergés.

Nadal contó que tras permanecer detenido como preso político en distintas cárceles del país, obtuvo la opción para retirarse del país y se exilió en París, donde se reencontró con su hijo mayor, Carlos. Desde Europa comenzó la búsqueda de Pedro y recién en 2004, ya devuelta en Argentina, tuvo los primeros resultados.

Los datos que pudo recopilar lo llevaron hasta la empresa IBM, donde trabajaba un hombre de apellido Ferián. Y tramó una idea: tener un contacto visual que le permitiera descartar sus dudas. Un día a las 9 de la mañana se presentó en el edificio de la empresa simulando ser un cartero: “Traigo una correspondencia para Luis Alberto Ferian”, dijo al recepcionista.

-Déjela que se la entrego.- le respondió el empleado.
-No señor, tengo la orden de entregarla en mano.- insistió Nadal.
-No se puede.- reiteró el recepcionista- démela a mi que se la llevo.
-Imposible. Yo soy un mensajero y tengo la consigna de entregarla en mano.- porfió Nadal, que ante la negativa reiterada decidió irse.
Ya llegaba a la puerta cuando el recepcionista lo paró: -Bueno, vuelva al mediodía que Ferian baja a almorzar.- le dijo.
Nadal esperó en un bar de la zona y a las 12 estuvo de nuevo en el lugar. Cuando vio al hombre alto que bajaba las escaleras no dudó. “¿Vos sos Ferián? Le pregunté. Cuando me dijo que si, lo miré y me dije: ‘este es mi hijo’”.

Al día siguiente fue a ver al juez Corazza y le pidió que cite a joven para pedirle que se hiciera un análisis de ADN. Ese fue el principio del desenlace.

EL FOTÓGRAFO. El fotógrafo Juan Vera conoció al ex policía Alberto Ferian apenas regresada la democracia en 1985, durante un asado en una sala de primeros auxilios de Ranelagh, Berazategui, donde el represor se presentó como tal sin pudor y recordó haber sido condecorado por el jefe de la Bonaerense en la dictadura, Ramón Camps.

El vínculo de Vera con el represor fallecido en 1995 era muy lejano y a través de la madre de su esposa que salía con el hermano del represor, y sabía que era integrante de lo que conocían como “la patota de Quilmes”. Por eso también conocía donde vivía su primera mujer con la que tenía un hijo. Pero al chico no lo conocía.

“Lo supe después –explicó Vera al Tribunal- cuando en una conversación la mamá de mi mujer me dijo ‘este tipo es pesado’, y ahí empecé a pensar que era parte del aparato represivo y asocié. Y empecé a pasar por la casa de su ex mujer y un día salió un chico que me saludó y era el pibe que me traía el diario todos los días. Y por la edad del pibe yo empecé a sospechar que podía ser apropiado”.

Vera entonces era bicicletero y le habían pagado el arreglo de una bici con una vieja cámara de fotos. Entonces, contó, tomó la decisión de tomarle una foto al joven. “Y con todos los datos que fui juntando, en el 85 yo le llevé todos los datos a Abuelas con una fotito que le saqué yo cuando fue a la bicicletería”, recordó. Y culminó: “A los 20 años supe que había recuperado la libertad”.
 
Por Pablo Roesler - pabloroesler@gmail.com 

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